Pidió vencer la tentación de un progreso tecnológico sin control y de enorme potencial destructivo.
Se inclina ante supervivientes de la bomba atómica y dice que las armas nucleares son un crimen contra el futuro.
“Que la libertad religiosa sea garantizada para todos y en todos los rincones del planeta, y levantemos también la voz contra toda manipulación de las religiones”, pidió en la colina donde fue martirizado Pablo Miki con otros 25 cristianos.
“La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con el miedo a la mutua destrucción o la amenaza de aniquilación total”, recuerda.