Les recordó que “ no se puede esperar hasta que todo a nuestro alrededor sea favorable para vivir el Evangelio”.
Formaron una multitudinaria coreografía para darle la bienvenida a Akamasoa, la ciudad construida sobre un basurero.
Presidió una vigilia en la que los jóvenes le dedicaron unos hermosos bailes.
El Papa rezó ante la tumba de la primera beata originaria del país.